miércoles, 7 de julio de 2010

Trojes, Galeras y Eras en la Hacienda de Solís en Temascalcingo, Estado de México

Ayer cuando nos paseábamos por la que fuera la Casa Grande de la Hacienda de Solís y veíamos lo su real dimensión lo que fue una hacienda en verdad grande en la época precedente a la Revolución de 1910, alucinábamos, incluso me visualizaba como uno de ellos allá en años aun anteriores, en plena Reforma o invasión francesa, usando los pantalones, el gabán y es sombrero con docenas de borlas colgantes…


Esa imagen siempre me recuerda al personaje del Relumbrón en los Bandidos de Río Frío, obra que considero lo más interesante que se escribió sobre la vida cotidiana del siglo XIX en México. Recuerdo que me llevó tres meses, mañana y tarde, el leerla, pero fue de lo más reconfortante… pero no nos salgamos del tema.


Imaginar la hacienda en sus tiempos de esplendor y ponernos en los zapatos, botines en este caso; de los dueños o, en el peor de los casos, del capataz o administrador, los cuales, por cierto eran los llamados pardos libres. “La denominación de “pardo libre” clasificaba a una categoría social para distinguirlos de los que no eran libres… Nos ponen en un lugar privilegiado de la escala social, por ende, en una zona cómoda de la hacienda, en la Casa Grande, pero estaba la otra sección, antes de ir allá, veamos más acerca de los pardos.


También era frecuente, en casi todas las regiones y haciendas de México, que entre el Amo o terrateniente, aunque no fuera un hacendado ausentista pero con mayor razón si lo era, y el peón o jornalero, mediara en la relación laboral un administrador o mayordomo, que era normalmente un ser colocado a la mitad de la escala social, medida por el color de la piel; el decir, que la mayoría de esos mayordomos hasta bien entrado el siglo XIX, eran “pardos libres”, mestizos o españoles pobres”. (1)


Normalmente, cuando nos paseamos por la historia, nos ubicamos en la parte de la sociedad privilegiada, en donde había comodidad y hasta nos gustaría haber vivido en esa época, solo que, pasamos por alto la contraparte, donde la subsistencia era la cosa de todos los días, la vida era dura, las comodidades pocas y los abusos estaban a la orden del día. Sigamos leyendo al respecto.


“No deberían asombrarnos las condiciones laborales y sociales de la vida rural mexicana, que, como en el resto del mundo, poco tenían de tranquila vida bucólica y mucho de una dura existencia. Durante la primera mitad del siglo XIX las relaciones laborales estuvieron regidas por loas circunstancias y legislaciones estatales. Sirva de ejemplo la legislatura de Coahuila que en 1851 decretó el derecho de los hacendados a castigar con azotes a sus peones. El dato de que Benito Juárez decretara, pocos años después, abolidos los “tormentos y azotes en las haciendas”, así como la servidumbre por deudas, prueba que dichas relaciones eran parte todavía del derecho consuetudinario y las costumbres. Por ello el Congreso Constituyente de 1856 atacó violentamente la explotación de los trabajadores”. (2)


Sabemos que las haciendas fueron abandonadas a lo largo de los once años de la lucha por la independencia. A eso le siguió el periodo de inestabilidad en donde se dieron algo así como cincuenta distintos gobiernos en un lapso que fue menor a los 30 años, siguió la desamortización, las Leyes de Reforma y ya en el último cuarto del siglo XIX, hubo un reapunte en la producción de las haciendas, solo que el caldo estaba por hervir…


“De manera que todos los “males” económicos, políticos y sociales confluyeron en esa difícil coyuntura de 1910: la crisis financiera norteamericana de dimensiones internacionales, el fracaso de la especulación mexicano-británica en la bolsa neoyorkina, la lucha de intereses entre las principales potencias por el nuevo reparto del mundo, que tomaron el escenario mexicano (particularmente por los recursos petroleros) como campo de batalla, la animadversión del gobierno de William Howard Taft contra el de Porfirio Díaz, la costosa campaña política de 1910, las fastuosas fiestas del centenario, la pérdida de las cosechas cerealeras nacionales, las importaciones masivas de granos, el descontento y frustración colectiva alimentada por la crisis de subsistencia, la fractura política de la clase gobernante, la costosa nacionalización de los ferrocarriles, los pagos de la deuda externa e interna, que habrían dejado exhaustas las arcas de los bancos y del tesoro público. Todo se articuló en vísperas de la revolución de 1910” (3)


Con la Revolución se consolidó el abandono a las grandes haciendas que quedaban en pie, vino luego el reparto agrario “La legislación agraria contemporánea mexicana dio inicio con la expedición del Decreto del 6 de enero de 1915; que declaró “nulas todas las enajenaciones de tierras, aguas y montes pertenecientes a los pueblos, otorgadas en la contravención a lo dispuesto en la ley del 25 de junio de 1856 (Fabila, SRA, 1981). Esta ley y las subsecuentes, fueron el resultado de las luchas agrarias y de las demandas campesinas que fueron lugar a la Revolución de 1910 y a su vez forman parte del amplio proceso de reforma agraria que experimentó el campo mexicano en el siglo XX”. (4)


Con esta base, sigamos conociendo este lugar que, sin dudas, fue una gigantesca zona de almacenamiento, las trojes, galeras y eras más grandes que hasta la fecha hemos visto en este recorrido que venimos haciendo por las haciendas de México.














Estos personajes que encontramos al salir de la Hacienda de Solís nos hace recordar que en Temascalcingo estaba terminando el Xita Corpu o Corpus Viejo, esa festividad que desarrollan el Jueves de Corpus y es aquí, en el pueblo de Temascalcingo que comienza la que era la propiedad de la hacienda, justo frente a lo que en la actualidad es el libramiento hay las ruinas de otras trojes, de otras casas de peones que seguramente eran los que trabajaban esa zona de los campos enormes y bellos del valle de Temascalcingo.








O.. ¿te miento al decir que el valle de Temascalcingo es una auténtica belleza?


Fuentes:


1.- Sandoval, Zazil y varios. Guía de restitución y dotación de tierras y de reconocimiento, confirmación y titulación de bienes comunales. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. México, 1999.


2.- Ibid


3.- Canudas Sandoval, Enrique. Las venas de plata en la historia de México. Síntesis económica, siglo XIX. Volumen III. Editorial Utopía. México.


4.- Sandoval, Zazil. Guía de restitución…



1 comentario:

  1. Hola Benjamin: Estoy buscando información de las haciendas de Luvianos, estado de México. En especial la hacienda Luvianos, Trojes y rincón de Ugarte. ¿Quiénes fueron sus dueño y qué fue de ellos después de la revuelta de 1910? ¿En qué condición física encuentran actualmente?

    Muchas Gracias.

    GTZ.

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