martes, 1 de mayo de 2012

Apuntes sobre la Historia de la corrupción en México

 No pretendo meterme en honduras, pero el tema amerita un buen análisis. Hay siempre en toda historia un trasfondo de Historia, es decir, como se nos ha ido educando (amaestrando) a no tener memoria de largo plazo, sino de acordarnos, a lo sumo, de lo sucedido hace seis años, caemos constantemente en aquello de que "pueblo sin memoria es pueblo sin historia". Pero en nuestro país lo que abunda es la Historia, es cosa de rascarle por un libro y por otro y encontramos una buena cantidad de información que nos ayuda a entender mejor el por qué las cosas son en la actualidad como son. Este ejercicio que hoy hago es un convencional "copy & paste" tan en uso en las escuelas actualmente. En donde me estoy basando es en Wikipedia y solo estoy tomando los datos relativos a los momentos de corrupción de cada uno de los personajes que directa, o indirectamente, tuvieron poder en México y que, sin pensarlo, fueron sembrando la semilla de la corrupción que desde hace tiempo nos agobia. Comenzamos con el Duque de Lerma, que nunca estuvo en Nueva España pero que, igual, desde Madrid dejaba sentir su podería y su muy particular modo de arreglar las cosas.

 Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja (1553-1625), marqués de Denia, marqués de Cea, Duque de Lerma y Primer Ministro de Felipe III. "Fue el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Se hizo inmensamente rico a costa de saber manejar el tráfico de influencias, la corrupción y la venta de cargos públicos. Por otra parte fue un verdadero mecenas en la ciudad de Lerma en Burgos, donde empleó gran parte de su fortuna en engrandecerla y embellecerla contratando a los más sobresalientes arquitectos y utilizando los mejores materiales. Por su cargo de ministro del rey se convirtió en el hombre más cercano y de mayor confianza del monarca consiguiendo incluso que éste trasladase la Cote de Madrid a Valladolid en 1601. El duque efectuó una magistral operación inmobiliaria seis meses antes del traslado, comprando propiedades e invirtiendo en su propio beneficio. Es lo que modernamente se conoce como especulación. Algunas de estas propiedades, como la llamada Huerta de la Ribera, se la vendió años después al rey, pocos meses antes del regreso de la corte a Madrid. Compró también un palacio a don Francisco de los Cobos, edificio que vendió al año siguiente también al rey y que fue convertido en palacio real". Si todo eso pasaba en España, imaginemos lo que él dejaba que pasara en Nueva España...

 Juan Francisco Jacinto de la Cerda de la Lama y de la Cueva Arteaga y Gamboa, (1603-1678). Fue virrey de Nueva Espana, el número 28, de 1660 a 1664. "Su gobierno se caracterizó por las irregularidades administrativas, y ya a los pocos meses la virreina se dedicaba a enriquecerse a través del tráfico de influencias, vendiendo los cargos y haciendo firmar a su marido los documentos, sin que éste tuviese constancia de los hechos. Estas acciones, que pronto fueron conocidas fuera del palacio virreinal, disgustaron profundamente a la población, acostumbrada a otros virreyes de mayor seriedad y compostura, como es el caso del antecesor, Francisco IV Fernándezde la cueva, duque de Alburquerque. La mala gestión del virrey, la codicia de la virreina y las escandalosas fiestas de sus hijos llegaron a oídos de la Corte en España, quien preparó su destitución en el cargo, pero el marqués de Ladrada retenía la correspondencia oficial para no permitir la llegada de los documentos. La situación se agravó cuando Pedro, uno de los hijos del virrey insultó a un criado del conde de Santiago de Calimaya, y más tarde, lo atravesó con la espada, falleciendo a las pocas horas. Los oidores de la Real Audiencia de México quisieron poner justicia ante un escándalo como éste, nunca visto en la ciudad, pero llegó antes la justicia popular, y la familia virreinal fue apedreada al salir de misa. El virrey fue cesado de inmediato el 28 de junio de 1664. Se nombró virrey interino a Diego Osorio de Escobar, obispo de la Puebla de los Ángeles, quien entregó el bastón de mando al virrey Antonio de Toledo el 15 de octubre de 1664. Los excesos y abusos cometidos por los subordinados a su cargo provocaron la revuelta de algunas comunidades indígenas en más de una ocasión, siendo la más notable la acaecida en 1661, cuando los indígenas de Tehuantepec al mano de Juan Arellano se levantaron en armas." Cualquier parecido con hechos similiares acotecidos entre 2000 y 2006 en eso del abuso de la esposa y sus hijos, es... mera coincidencia.

 Fernando de Alencastre Noroña y Silva (1641-1717) virrey número 35 de Nueva España. En el caso de este virrey aplica aquello de que "no hagas cosas buenas que parezcan malas", esto debido a que él, para no meterse en problemas con la poderosa armada inglesa aceptó cosas que no eran lítitas entonces. "Para procurar buenas relaciones con la corona Inglesa le concede el derecho de la trata de esclavos negros a la Nueva España, introducción que fuera de los límites de la legalidad, dejó grandes riquezas a los ingleses, ya que también introducían a este territorio mercancías de contrabando".

 Miguel de la Grúa Talamanca de Carini, marqués de Branciforte. (1755-1812). Virrey número 53 de Nueva España. "Se dice que como agente del corrupto primer ministro, de la Grúa estaba principalmente preocupado por obtener dinero para Godoy y para él mismo. Utilizando la guerra entre España y la Francia Revolucionaria, confiscó todas las propiedades de los residentes franceses en la Nueva España y la Luisiana; vendió dichas propiedades y mantuvo una parte para él mismo. Confiscó un Burdel en la ciudad de Veracruz y lo usó para el mismo. De hecho se comenta que mantuvo para sí mismo una parte de todo lo que pasaba por sus manos. Vendió oficinas y rangos militares. En contraposición con su predecesor, el segundo Conde de Revillagigedo, quien es considerado uno de los mejores virreyes que hubo en la Nueva España, el marqués de Branciforte es considerado uno de los peores por su corrupción e ineptitud."

José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui (1742-1815). Virrey número 56 de Nueva España, el cual desde el momento en que desembarcaba en Veracruz estaba ya haciendo negocios para su propio beneficio pues él, arguyendo que su nombramiento había sido de improviso, pidió autorización a las autoridades españolas para traer telas, a precios benéficos, para confeccionarse la ropa que su cargo requería, cosa no cierta pues las telas fueron vendidas de inmediato en Veracruz. al poco tiempo hace un viaje a las minas de Guanajuato en donde acepta todo tipo de costosos regalos y, haciendo uso de su posición se apodera de la distribución del azogue (mercurio) escencial para la explotación minera en toda la región.

Larga es la historia de la corrupción, de los personajes políticos que a lo largo de la historia de nuestro país han conservado el poder para uso y abuso personal. Estas son apenas unas notas de lo mucho que el tema tiene, pero, en relación a los virreyes, los hubo también muy buenos, esos los veremos en otra ocasión. Hoy sigamos reposando que para eso es el Día del Trabajo.

Si te interesa ver más sobre el viaje de Iturrigaray a Guanajuato, entra aquí:

Y sobre la corrupción ya habíamos comentado algo antes:

Y sobre las prácticas monopólicas en la colonia también:

Y del tráfico de influencias también habíamos ya comentado:

3 comentarios:

  1. Es larga la historia y pesada en cuanto a todos los males que nos aquejan. Una muestra clara es esa genial obra: "El periquillo sarniento" que funciona como crónica del México de hace un siglo.

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  2. Corrección: quise decir "hace más de un siglo".

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  3. Una pregunta al respecto ¿en donde se encuentran la primera y la segunda imagen?

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