viernes, 11 de enero de 2013

El desafío y precio que tuvo que pagar don Celio: el caso de la presa del Molino. Teocaltiche, Jalisco.

La enorme ventaja de llegar a un sitio desconocido es encontrar gente interesada en los mismos temas. Es por eso que la visita a Teocaltiche me ha resultado de lo más provechosa pues, ellos que ahí viven, saben y conocen de sitios un poco apartados en donde hay vestigios que nos dicen de la vida que hubo en México hace ya muchos años, hace ya varios siglos. Vamos ahora por un camino vecinal, me cuentan de un suceso de esos que se quedan para el anecdotario regional para siempre, un suceso que parece ser gracioso pero que en realidad fue una tragedia. El camino es hermoso, todo bordeado por mezquites.
 
Van apareciendo esas construcciones de adobe que se levantaron para guardar los aperos necesarios para hacer producir al campo, es diciembre, toda la vegetación está seca, dominan los tonos ocres...

Aunque hace un poco de frío, prefiero llevar la ventanilla del auto abierta, de ese modo veo más el entorno. Aparece una barda, hay un rancho, quizá es solo una familia la que vive allí... o tal vez está abandonado. Veo unos diseños distintos en la forma de construir la barda, creo que para darle más solidez.

Aquí los vemos con mayor claridad. Pareciera que en algún momento había una buena cantidad de claros o ventanas para que la ventilación fuera mejor, o ... era para darle firmeza a la barda... no lo sé.

Vemos por ahí este trabajo de herrería que fueron usados en los "ojos de buey", esas ventanas ovaladas que servían para permitir la ventilación a las trojes.

Me cuentan que estos árboles ya secos eran álamos, estamos ya en los terrenos que fuera de la Hacienda del Molino de Arriba, en las proximidades del río Teocaltiche, afluente del río Verde. No habrá que confundirlo, con el de San Luis Potosí que se llama igual. Este es el que va por los Altos de Jalisco.

Habrá que observar con mucha atención esta fotografía, no se trata de una palizada, es un puente colgante que ya solo pende de un lado. Por la altura que tiene nos damos una idea de la cantidad de agua que en algún momento llegó a correr por aquí.  

 La hacienda en verdad es pequeña y los vestigios que allí quedan son más bien pocos. Lo que es imponente es el Molino que se construyó, al comenzar el siglo XX don Celio Ramírez Martínez, propietario del lugar. Y más imponente aun la presa que hubo necesidad de levantar para tener siempre agua para el molino.

De la Hacienda del Molino de Arriba queda poco de lo que fue su casco, parece ser que la que iba a ser casa grande no se concluyó, sobrevive la arcada y no más, fuera de dos o tres cuartos que fueron, seguramente, los asignados al encargado del lugar.

Vemos que la troje sigue en pie, está construida en adobe y revestida en ladrillo, en el estilo tan característico de la región, dejando el ladrillo tal cual, como elemento decorativo.

Este pudo haber sido el portón principal hacia la parte donde se levantó el molino.

Por lo tiznado de este cuarto podemos pensar que allí estaba la cocina.

Una escena recurrente: una pared de adobe desbaratándose a pedazos una puerta de madera que se ha ido desbaratando, montones de piedras...

Al fondo, entre el molino, la presa y la hacienda están estos cuartos, me da la impresión de que era allí en donde los trabajadores del Molino de Arriba vivían y me remite a la idea de los "acasillados" tan común en la época colonial y en el porfiriato.

 Poco queda de este sitio...

A unos quinientos metros se ubican los restos de la que fuera la presa que mandó construir don Celio, en torno a ella hay una historia que, con tintes de leyenda, nos dice de un hombre ambicioso, empecinado, impositivo y mandón... al parecer así era don Celio Ramírez Martínez.

Para que el molino funcionara era necesario conducir agua para que, al caer, con la fuerza de la gravedad fueran dando movimiento a sus piedras. El río Teocaltiche estaba a pocos metros de allí, el Molino se construyó en el punto correcto para conducir el agua y aprovechar la pendiente solo que, ante las crecidas y súbitas bajadas del río don Celio decidió construir una presa para tener siempre el abasto de agua suficiente par que su molino no dejara nunca de trabajar.

Con algunos conocimientos hidráulicos, quizá los que la experiencia diaria da, se decidió levantar gruesos muros de piedra para ir formando esa caja de agua. La cortina de la presa se hizo más gruesa aun. Los peones que la levantaban le decían a don Celio de la fuerza que en ocasiones la corriente del río tomaba, él no hizo caso y siguió adelante con el proyecto en el que estaba invirtiendo casi toda su fortuna...

A mi nadie me tirará mi presa, es fuerte! dijo orgulloso y altanero. Sus peones, conociendo el carácter del amo, continuaron con la obra y esta se concluyó, como se dice ahora "en tiempo y forma". Pero...

Como si fuera un cuento, pero en la vida real, pocos días después un temporal se desató, llovió a raudales y el río creció y creció. La fuerza de su corriente fue tal, que arrancó la cortina de la presa y la arrastró unos 10 o 12 metros de su sitio. Es esa que estas viendo en la fotografía. Notarás el grosor y los metros que fue arrastrada. Así te darás una idea de la fuerza que tomó ese día la corriente del río Teocaltiche.

Esta era una de las compuertas de la presa.... y dicen por ahí que lo sucedido a don Celio fue un castigo de Dios, pues él, altanero que era, ensoberbecido en un ocasión le dijo a sus peones: "Ni tú Dios me tirará a mí mi presa!"


Imagina la fuerza que la corriente tenía para romper la cortina, formar estas grietas y arrastrarla. Este es el frente.

Aquí se ve del lado izquierdo lo que era la base de la cortina, a la derecha hasta donde la corriente del río la aventó.










3 comentarios:

  1. Me gustaría que visitaras La Trinidad en Teocaltiche es una comunidad esta cerca de Belen del Refugio y del Tablero

    ResponderEliminar
  2. Visitar otra vez ya está más moderno

    ResponderEliminar