sábado, 31 de agosto de 2013

El Museo del Templo Mayor, visto por El Bable.

  Fue el 21 de febrero de 1978 cuando, haciendo unos trabajos de excavación de la compañía de Luz y Fuerza del Centro en contraesquina de Palacio Nacional que se descubrió la escultura de Coyolxauhqui, al día siguiente era la noticia que encabezaba todos los periódicos y en la televisión no se hablaba de otra cosa. Ese hallazgo dio paso al proyecto de rescate del Templo Mayor y tuvo por consecuencia la construcción del Museo del Templo Mayor. Será bueno anotar que esto que ahora ves no es la mencionada piedra, sino la del hallazgo más reciente que hubo, Tlaltechutli.

   Cuando visité este museo por primera vez, una de las cosas que más me llamó la atención, independientemente de las piezas exhibidas, fue la museografía implementada, en la cual se integraban, entre otras cosa, los elementos entre las propias piezas. Recuerdo muy bien un enorme caracol, tallado en piedra blanca colocado encima de una fuente en la que, el sonido del agua al caer era altamente relajante y nos indicaba la importancia que el agua tenía en la cosmovisión Azteca.

   Ahora que tuve la oportunidad de visitar nuevamente este museo me maravillo con todas las piezas expuestas, veo que lo más refinado de la producción artística de todo el Imperio llegaba a la Gran Tenochtitlán. Claro es, si ese era el templo principal en donde algo que se manifestaba era la dualidad y allí las ofrendas eran excepcionalmente bellas, aquí la muestra.


 

 



 




 













 
 
 




viernes, 30 de agosto de 2013

El hermoso valle de Salamanca se comienza a vestir de tonos ocres.

  El tema que pensaba tratar el día de hoy, la verdad no sabía cual sería. Pensé en compartir uno de los cuentos que me dieron una ligera fama hace algunos años en el que bien se puede entender como el antecedente más antiguo de El Bable, cuando escribía, a mano y todos los viernes (como hoy... casualidades de la vida) una publicación que se llamaba La Gazeta del Sábado. La escribía en viernes para que se leyera el sábado. Luego de mucho tiempo me enteré que en el México virreinal hubo una Gazeta de México, con z, que era el medio de comunicación en el reino... otra casualidad de la vida.

   De lo que hoy se trata es de celebrar, de celebrar muchas cosas, principalmente la vida, pues, el subtítulo de éste Bable es precisamente eso: "el pasado perfecto del futuro incierto del verbo vivir", el verbo vivir que para mi significa voltear a ver las tantas maravillas que tenemos en rededor y, por estar enfrascados en problemáticas existenciales, regularmente absurdas, no le ponemos la debida atención. Eso lo aprendí un día en el que, luego de un permanente encierro (ni voluntario, ni a la fuerza, meramente circunstancial) me dijeron: ¡vámonos al Bable! Allí fu donde comencé a apreciar la fuerza de la naturaleza, su colorido, sus formas, su estética y, claro es... los pasajes históricos que por esos caminos pasaron.

  Hoy, seguramente a las 12:30 horas de este día, estaré llegando a los tres millones de visitas a este Bable, eso para mi significa mucho, significa que esa obsesión de sentarme frente a esta pantalla cinco, seis, diez o doce horas cada día y sacar al menos un artículo tiene una aceptación, ese gasto de horas que desde hace cinco años hago están sirviendo de algo. Han servido para hacer tareas escolares, han servido para sustentar tesis, para documentar trabajos de investigación al incluir una de mis fotos, han servido para indicarles a algunos que hay una manera más interesante de ver las cosas, cuando evitamos el todo y nos vamos a la parte. Han servido para recordar los años de infancia, para revivir los sitios por donde algún abuelo de algún lector pasó. En fin, han servido para mucho, de eso me he dado cuenta.

  Pero ese futuro incierto en el que estamos inmersos me dio, una vez más, la pauta a seguir. Todo comenzó el último domingo, día en el que no tengo acceso a línea de Internet, día en que, por algunas horas hay silencio y tranquilidad en esta parte en donde ahora vivo. No había amenaza de lluvia, aunque sí estaba muy nublado, entonces fue que decidí incursionar por el valle de Salamanca. Término por cierto en desuso, pues todos por el Bajío ubican un solo valle, el de Santiago, pero tiempo atrás, había otro al norte, al norte del río Lerma, dado que el de Santiago está al sur; ese era el valle de Salamanca. Para allá me fui.

  Estos rumbos, te lo comenté una vez hace ya tiempo, solían vestirse de tres tonos distintos en épocas muy bien marcadas, épocas en las que aun no conocíamos, ni teníamos la más remota idea del cambio climático; se sembraba, básicamente, trigo,sorgo y maíz; por lo tanto el colorido iba de un verde tierno sublime a un dorado impresionante en el tiempo del trigo. Venía luego la época, como la de ahora, en que el campo se teñía de verde, comenzaba a surgir un ligero amarillo que poco a poco subía de intensidad hasta llegar al naranja o al café, esa era la época del sorgo. Seguía a un verde que, en crescendo llegaba a la maduración del maíz y aquello se convertía nuevamente en dorado, era la época del maíz. Vendrían luego los tiempos en que las tierras se reposan y reaparece esa tierra negra la más feraz que se conoció en la Nueva España.

  Las cosas han cambiado un poco, ya no son solamente estas tres las siembras básicas en el valle de Salamanca, hay de brócoli, de espárrago, de garbanzo y de tantas cosas más que, aunque muchos no lo quieran ver, la verdadera vocación de este valle no es la industrial, sino la agrícola y pase lo que pase, una de las cosas que no se podrán negar es que el valle de Salamanca es de una absoluta y total belleza como esto que ahora estas viendo. En el horizonte, al norte, la Sierra de Codornices, al sur los mogotes de las erupciones volcánicas de hace millones de años, al este el cerro Gordo y al oeste la loma de Flores. 

  Así pues, este día, 30 de agosto de 2013, día de Santa Rosa de Lima, la primera rosa del jardín del Nuevo Mundo; día en que llego a los tres millones de visitas en El Bable,  te invito a que veamos una cosa verdaderamente hermosa: el valle de Salamanca. Dicho con otras palabras: hoy nos quedamos en casa.