martes, 8 de abril de 2014

Algunas iglesias de la antigua provincia maya de Cochuah, actual sur-este de Yucatán y sur-oeste de Quintana Roo.

  Cuando comencé esta serie, en donde estamos en busca, con ayuda de Google Maps y Streetfinder, de los templos casi escondidos, casi perdidos, en la selva de Quintana Roo (y algunos en la de Yucatán), no pensé fuera tan elevado su número, sabía de tres o cuatro, pero en total son veinticuatro los que hemos podido documentar hasta el momento, seguramente habrá algunos más que, ya en ruinas y comidos por la selva, se volvieron -quizá- inaccesibles y difíciles de encontrar. De pocos de ellos sabemos a que santo o advocación estuvieron dedicados, a todos los hemos referenciado como de tal lugar, es decir, por el nombre del pueblo en donde están. Si llegáramos a encontrar esos datos, bien meritará hacer un nuevo artículo. La región en la actualidad, se ubica, en su mayoría, en el estado de Quintana Roo, dentro de los municipios de Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos. Durante el Imperio Maya era la provincia Cochuah, luego, en la dominación española se conoció como la Provincia de los Beneficios Altos. en Yucatán corresponden a los municipios de Yaxcabá, Chankom, Tekom, Tixcacalcupul y Chikindzonot, nombres por demás emblemáticos.

  Comparando la división que fue, con la que es actualmente, vemos que, la parte nor-poniente de Cochauah está en Yucatán, incluyendo los pueblos de Tiholop, Chikindzonot, Ekpedz, Ichmul, sitios en los que se conservan templos coloniales, el resto de la provincia maya abarcaba el hoy Quintana Roo, siendo casi el mismo territorio comprendido por el Partido de los Beneficios Altos que se marcó en los siglos del virreinato.


  "Yucatán perteneció hasta 1536 a la diócesis de Tlaxcala, a la que había estado adscrita desde 1527, para pasar bajo la jurisdicción de la de Guatemala. En 1545 comenzó a depender de Chiapa, situación que duró hasta 1562 cuando el Obispo Francisco Toral fuera formalmente nombrado obispo de Yucatán (Ciceró 1979:104-108; Gerhard 1991:17; Quezada 2001:74-86). Desde un principio la evangelización en Yucatán estuvo encargada a la orden de los franciscanos, que arribaron a la península para 1545. Durante los primeros años, valiéndose del uso de intérpretes, evangelizaron a los mayas y fundaron algunas escuelas. En 1549 organizados como custodia que autonombraron como San José de Yucatán, que dependería de la provincia franciscana del Santo Evangelio en México. Yucatán y Guatemala fueron separadas para finales de la década de los 1550 y en 1565, por decreto del capitulo de la orden, se decidió crear la provincia de San José de Yucatán de manera independiente de la de Guatemala (Quezada, 2001: 82-83). Ya que en Yucatán no había minas, los españoles se sintieron poco atraídos a esta región cuya principal actividad económica era la agricultura, la apicultura y la producción de telas de algodón de diversos tipos, tareas no muy remunerables para la ambición española. Al ser un territorio pobre, la población hispana fue escasa y estaba concentrada en los grandes centros como Mérida y Valladolid. Incluso el primer obispo de Yucatán, el obispo Toral, mencionaba la austeridad de su diócesis La población de indígenas a convertir, aún considerando el descenso ocasionado por las epidemias, era extensa y dispersa. Con el afán de realizar la evangelización, el territorio fue dividido en guardianías, que eran jurisdicciones que abarcaban un grupo de pueblos llamados “visitas”, organizados en torno a otro nombrado “cabecera de doctrina” (Quezada 1997:131)

   "Los criterios utilizados por los religiosos para elegir el pueblo de cabecera eran políticos, simbólicos y demográficos. Algunos lugares se eligieron porque habían sido las sedes de las capitales de las provincias prehispánicas como por ejemplo Campeche, Maní y Sací (Valladolid), otros por haber sido centros de culto importantes como Izamal y también se eligieron a algunos pueblos, como Conkal y Maní, que concentraban a una densa población (Bretos, 1991: 15; Quezada, 131-134). Se erigieron cinco grandes monasterios (Mérida, Campeche, Maní, Izamal y Valladolid), algunos conventos más pequeños y modestos estaban dispersos a lo largo de la península. Cada una de estas jurisdicciones estaban encargadas a aun fraile o guardián, responsable de la evangelización de los pueblos de visita y de la administración de los sacramentos, pero sin duda alguna, los clérigos, así como la población española, era escasa. Esto propició que los frailes instruyeran a una cuerpo de auxiliares indígenas que más tarde serían llamados ah cambesah (maestros cantores), encargados de impartir la doctrina religiosa y los sacramentos en los pueblos de visita, donde no había un clérigo residente. La presencia de estos personajes, recién formados dentro del dogma Cristiano, propició el surgimiento del sincretismo y la supervivencia de los cultos tradicionales (Bretos, 1992:10-12). Para el último cuarto del siglo XVI y los comienzos del XVII, el clero secular, que antes había sido minoritario, comenzó a extender su presencia, obteniendo algunas cabeceras de doctrina que hasta entonces habían estado en control exclusivo de los franciscanos. Debido al incremento de sacerdotes, tanto regulares como seculares, en los siglos XVII y XVIII, las antiguas jurisdicciones comenzaron a ser divididas a fin de satisfacer a todos los clérigos y religiosos, por lo que muchos pueblos de visita se convirtieron en parroquias. Los pueblos que pasaron por este proceso fueron principalmente los ubicados a lo largo de los caminos reales. Las cabeceras fueron centros de atracción poblacional, así como centros políticos, económicos y religiosos e influenciaban a los otros pueblos que permanecían en el rengo de visitas. En estas cabeceras, se realizaban festivales religiosos y eran centros de comercio donde se concentraban productos de diversos tipos formando, algunas veces, circuitos comerciales extensos (Quezada 1997:134-138)

   Conventos, Iglesias y Capillas de Cochuah.  Aunque existen diversas clasificaciones de este tipo de edificios, tanto funcionales como arquitectónicas, debemos utilizar una clasificación que tome en cuenta algo más que el estilo. Es importante usar un sistema que incluya el periodo temporal, ya que estas construcciones fueron construidas en relación a ciertas necesidades que cambiaron al paso de los años, por lo que modificaban la forma de los edificios. Generalmente, durante el siglo XVI se construyeron edificios modestos con un carácter temporal (McAndrew 1965:522). Las capillas de forma rectangular, donde el presbiterio y la nave formaban un espacio continúo cubiertos por un techo de material perecedero. Este tipo de construcciones serán llamadas, siguiendo a Andrews, como capillas de ramada (Andrews 1991:367). Las iglesias de este tiempo evidencian, generalmente, una planta de T, orientada de acuerdo al eje este oeste, ya que la cabeza de Jesús, representada por el altar, debía estar orientada hacia Jerusalén, el lugar de nacimiento del Mesías Católico (Ojeda 1985:69). Bretos piensa que las ligeras variaciones en esta orientación pueden estar relacionadas a un intento de adaptación a la ideología prehispánica de orientaciones de los edificios, así como también a la morfología topográfica (Bretos 1992:14-16).

  Estas iglesias consistían, generalmente, en un presbiterio abovedado, flanqueado por dos cuartos uno de los cuales era el bautisterio o coro, mientras que el otro funcionaba como sacristía o almacén, así como un habitación provisional para el ministro durante sus visitas. En vez de naves de mampostería, tenían una base que servía de cimientos para los maderos que soportaban el techo de materiales perecederos que era llamado ramada. Este techo fue usado para ofrecer la protección de los elementos como el agua y el sol (Andrews 1991:367-368; Bretos 1987a:53-57). Este término fue usado por los españoles en el periodo Colonial para referirse a cualquier construcción techada con este tipo de materiales (ver por ejemplo Ciudad Real 1979:330). Estas construcciones han sido denominadas con varios términos: capillas abiertas, capillas de Indios, capillas de visita e iglesias de ramada abiertas (Andrews 1991; Artigas 1982; Bretos 1987a; McAndrew 1965). Aunque nuestra intención no es discutir aquí la validez de cada uno de estos términos, podemos concluir que, por ejemplo, la clasificación de capilla puede ser descartada ya que estos edificios fueron concebidos como iglesias desde el principio, aunque por razones económicas y prácticas sólo fueran hechos parcialmente de mampostería (Bretos 1987a:57). De acuerdo con la clasificación de Andrews, podemos denominarlas como iglesias de ramada abiertas.


Cronológicamente, el siguiente tipo de construcción serían las iglesias de ramada cerradas. Esencialmente, éstas habrían mantenido la forma de las iglesias de la categoría previa sólo que los materiales perecederos habrían sido sustituidos por mampostería. Los muros de la nave tenían una o dos puertas y algunas ventanas. Adicionalmente, debido a su carácter más permanente, se adicionaron algunos elementos arquitectónicos así como marcos decorativos en las puertas y las ventanas, al igual que merlones en los techos, espadañas y campanarios (Andrews 1991:368). Estos elementos pudieron haber sido incluídos en los primeros tipos de construcciones, pero estaban situados sobre la parte trasera, presbiterio, sacristía o bautisterio, mientras que en los segundos estaban en la fachada. La mayoría de las iglesias del tipo previo fueron modificadas con el tiempo, convirtiendo en las de la categoría posterior. El último grupo, de acuerdo como la clasificación de Andrews, sería el de iglesias de ramada indeterminadas, que consistían en edificios en los que el techo de ramada fue substituido por una bóveda de cañón, rollizos o un tejado. A parte de estos tipos, existen edificios que fueron elaborados o construidos en una sola fase y fueron concebidos como iglesias abovedadas desde el momento de que el proyecto comenzó, aunque muchas veces se demoliera una construcción o ramada previa. Nos referiremos a éstas simplemente como iglesias o capillas. Las construcciones de los últimos cuatro tipos se desarrollaron durante los siglos XVII y XVIII, cuando los españoles estaban más establecidos y económicamente seguros. Todos los edificios religiosos de Cochuah conservan la orientación este-oeste. También de manera general las espadañas fueron sustituidas por torres de campanario y plantas de cruz Latina para el siglo XVIII. (Ojeda 985:67)

  El trabajo constructivo de las iglesias tomó ventaja del sistema de trabajo comunitario indígena que tenía una larga tradición prehispánica. La palabra maya para esta actividad era mulmeyah, la cual era realizada cada lunes. El término refiere a un trabajo colectivo de producción, el cual era controlado y dirigido por las elites indígenas. Éste puede ser traducido como “una cosa hecha para beneficio común” (Bracamonte y Sosa 1996:116-122). El trabajo en la construcción de las iglesias en las zonas urbanas era remunerado, aunque no siempre de manera puntual. La habilidad y prestigio de los sacerdotes y los caciques, así como la buena relación entre ellos, fueron factores esenciales para obtener recursos materiales y fuerza de trabajo gratuita (Bretos 1992:16-20). Roys menciona varias plazas e iglesias que ocupan los centros de asentamientos prehispánicos (Roys 1952). La ocupación de estos sitios aseguraba el acceso a la población nativa, así como también a las fuentes de agua, un recurso crucial en Yucatán y material de construcción para los pueblos “nuevos” (Bretos 1991:14-16). Varios de estos pueblos, tanto cabeceras como visitas, que habían sido centros religiosos antiguos, como Izamal, se reafirmaron como centros religiosos al igual que surgieron otros nuevos (Quezada 1997:142). Las ordenanzas de López Medel de 1552 indicaban que todas las iglesias debían estar construidas con piedra para los siguientes dos años, además de los pueblos que fueran creados, todos debían ser dispuestos al estilo español. Sin embargo, como muchas órdenes en la Colonia, ésta no fue aplicada (Bretos 1992:14-15; McAndrew 1965: 518-519). La mayoría de las iglesias fueron construidas a lo largo del periodo colonial. En la provincia de Cochuah, en un principio, la actividad religiosa estuvo a cargo de los franciscanos ya que después fue secularizada. Ichmul y Tihosuco fueron erigidos como monasterios, en el resto de los pueblos existen iglesias, con la excepción de una capilla. Todas las construcciones serán descritas particularmente en la siguiente sección. (1).

 Este es el mapa actual de Yucatán, vemos la Región Valladolid, la parte sur era la correspondiente a los Beneficios Altos en tiempos coloniales, que fue, anteriormente la de Cochuah, durante la época maya.

El templo en Tekom, Yucatán. Una sencilla capilla de una sola nave con espadaña simple.

  El templo católico de Chikindzonot, nótese que está asentado sobre una plataforma, seguramente fue un templo maya.

  El templo abandonado de Ekpedz, municipio de Tixcalcalcupul, Yucatán.

Templo de Santiago Apóstol en la cabecera municipal de Tixcalcalcupul, Yucatán, como vemos en el letrero, este templo ha sido rescatado por Banamex.

  Templo en Tiholop, municipio de Yaxcabá, Yucatán.

  Templo en Tinum, Yucatán.

Este templo, en ruinas, estaba dedicado (creo) a San Francisco, se ubica fuera de la zona que hemos estado estudiando, en el municipio de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, en un ejido llamado Guadalupe Victoria.

   Un templo más, abandonado también, esté sí está en la Zona Maya de Quintana Roo, entre los pueblos de Tihosuco y Señor, se llama Lalkah en la actualidad, pero su nombre original fue Telá. Finalmente, ya para terminar, veremos sobre un templo más, ese sí que está en el total abandono, al parecer ya comido por la selva, no fue solo una capilla, sino llegó a ser parroquia y era la más importante que había en la parte sur de Quintana Roo, casi en la actual frontera con Belice, se llamaba Santa Rosa de Chichanhá; de ella leemos un dato relacionado al cálculo de la población en la península de Yucatán:

   "Los indios de las ciudades españolas tienen que ser tratados de una manera algo más arbitraria. Omitimos por completo el centro urbano de Mérida ya que contenía un número de indios relativamente pequeño y desconocido. Por otra parte, utilizamos los factores acostumbrados en las parroquias periféricas de San Cristóbal y Santiago. Este método puede proporcionar una cuenta de los indios demasiado elevada pero no hay otro método que pueda ser claramente preferible. Respecto a la ciudad de Campeche tomamos como elemento indio al 25 por ciento; para la parroquia de Santa Ana, que comprende a la villa de Valladolid, tomamos el 25 por ciento de las personas de la villa, más el 85 por ciento de los pueblos circundantes; para la villa de Salamanca de Bacalar tomamos el 25 por ciento de los habitantes del casco, más 85 por ciento de los de la parroquia de Chichanha". (2)


Fuentes:

1.- Flores, Alberto. Kaeding, Adam. Iglesias olvidadas de la provincia de Cochuah. Dentro del Reporte final del proyecto de reconocimiento arqueológico de la región de Cochuah. Temporada de Campo 2004. Editado por Justine M. Shaw. Traducción de Alberto G. Flores Colin. College of the Rosewoods. Eureka, California. pp. 146-194. Para leerlo completo, entra aquí.

2.- Cook, Sherburne. Woodrow, borah. Ensayos sobre historia de la población: México y el Caribe. Tomo II. Editorial Siglo XXI. México, 1998. p.110

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