jueves, 7 de abril de 2016

Un campo de concentración en México: La curiosa historia de la Hacienda de Temixco, Morelos

   Hoy los intrincados caminos de la historia de México nos lleva a un punto en el que mezclamos a las haciendas, tanto virreinales como porfirianas, con los balnearios, las bodas y... los campos de concentración de la segunda guerra mundial. Extraña es la mezcla, más cuando sabemos que ese episodio de entre 1940 y 1945 México no participó (digamos) activamente, fuera de la presencia del Escuadrón 201 y de los bombardeos que fueron objeto los buques Potrero de Llano y Faja de Oro y que el fuerte de San Carlos en Perote, Veracurz, más que campo de concentración fue cárcel para los alemanes e italianos detenidos a consecuencia de los mencionados bombardeos. La historia la comenzamos desde el lado amable, cuando era una próspera finca que producía azúcar, miel y aguardiente:

  Cuando en el primer tomo de esta obra nos hemos ocupado de la hermosa hacienda de Coapa, del Sr. D. Ramón Fernández, en el Distrito Federal, ofrecimos á nuestros lectores hacerlo aquí de la de Temixco, otra aún más valiosa propiedad del mismo señor; y al efecto, á fin de proceder con conocimiento de causa, emprendimos el agradable viaje, por el ferrocarril del Pacífico, á la ciudad de Cuernavaca, á inmediaciones de la cual se encuentra situada aquélla.

   Después de algunos kilómetros por una antigua calzada, rodeada de panoramas cuya belleza hace olvidar lo pésimo del camino, se llega al portón de la finca, atravesando antes por verdes cañaverales y plantíos de arroz, y cruzando algunos puentecillos, bajo los que corre murmurando el agua, primer elemento por su abundancia en los terrenos de la misma. Sorpresa agradable causa en verdad, una vez en su recinto, aquel alegre caserío que con sus reformas modernas, sus frescas pinturas y otras obras del albañil de hoy, no se consiguió, sin embargo, borrar del todo el sello austero de su antigüedad; y algo recuerda entre las grandes arcadas, sus gruesos pilares y los macizos muros, los famosos tiempos de Hernán Cortés, época de su fundación.

   Sin duda que los fértiles terrenos de Temisco y sus bellas perspectivas, llamaron la atención de los conquistadores, cuando consumada su misión dejaron reposar la espada y empuñaron el arado, para fundar un centro agrícola en aquel punto que lo fue de recreo muchas veces para el gran capitán español, enamorado del clima de la región y de la flora tropical que allí crece exuberante. Ello es que entre Ias sólidas paredes de aquel antiguo edificio, durante centenares de anos, vio cuajándose el dulce jugo de la caña, triturando la planta por medios primitivos hoy completamente descerrados de la hacienda, si bien todavía su fabricación no es moderna del todo, pues que se sigue el sistema de purga, tan inconveniente y antieconómico

   El Sr Fernández va á instalar en breve nuevos aparatos para la solidificación por centrífugas y refinación del azúcar, con tachos al vacío, filtros, etc., de los nuevos sistemas que indudablemente le darán gran resultado. El atraso en maquinaria que nuestros lectores observarán en muchos Ingenios azucareros del país, no obedece á ignorancia ó falta de recursos en los propietarios sino que habiéndose de consumir toda la producción en la localidad, porque hasta hace poco se carecía de medios para la exportación, la concurrencia de artículo traía su depreciación y era de más beneficiosos resultados para el industrial destilar las mieles y hacer aguardientes que rectificar el azúcar; pero hoy que éstos bajaron de precio á consecuencia de la instalación en la República de numerosas plantas que extraen alcoholes de la patata, del maíz, del maguey, de la tuna, etc., y que se establecieron las vías férreas que facilitan y abaratan la conducción del dulce del punto productor á las regiones donde no se produce, tiene forzosamente que abandonarse la destilación y extraerle por todos los medios posibles la mayor cantidad de rendimiento azucarado á la caña, lo que se consigue tan bien en el día con los aparatos de difusión y otros

   Actualmente se obtienen por año en esta fábrica de 45 á 50.000 arrobas de azúcar y de 30 á 35.000 jarras de aguardiente, que representan una fuerte cantidad de planta molida por un trapiche de motor hidráulico. Par a la producción del vapor necesario en las evaporadoras, etc., tiene dos buenas calderas de un fuerte número de caballos. Otra producción valiosa de esta hacienda es la del arroz, que se adapta muy bien á su suelo, regado abundantemente, como ya hemos dicho. Se cosechan anualmente de 16 á 20.000 arrobas que se descascaran en un molino instalado en la fábrica con tal objeto. Posee una enorme cantidad de ganado vacuno y mular, destinado a la cría y a las faenas del campo. Hay una buena casa-habitación, una espaciosa capilla y grandes almacenes y asoleaderos para el azúcar. Por último, está iluminada toda la fábrica con luz eléctrica propia" (1).

  Interesante, sin lugar a dudas, es la descripción que nos hace el señor Domenech allá por 1889 cuando documentaba sobre los distintos sitios que había en México en donde la industria prosperaba, en este caso la azucarera. Ni él ni nadie pensaban lo que ocurriría luego del Porfiriato. Bien sabemos que justo por ese rumbo ocurrieron muchos episodios de la Revolución, quien acaudilló fue Emiliano Zapata y quienes lo siguieron eran justo los trabajadores de las haciendas azucareras del Estado de Morelos, pero las cosas no terminan allí, pues cuando Japón ataca la base hawaiana de Pearl Harbor, al día siguiente comienza una persecución de japoneses que forzó al gobierno mexicano a congregarlos en un capo de concentración que si bien no ocurrían los horrores que en Europa estaban aconteciendo, igual eran concentrados sólo por ser japoneses aquellos que habían emigrado desde el oriente a nuestro país. 

  Así como otra hacienda, en otro rumbo, la de Santa Rosa en León, Guanajuato sirvió para recibir allí a una serie de familias polacas que huían de la guerra, en Temixco, Morelos, se concentraban a todos los ciudadanos japoneses residentes en México. La historia es sumamente interesante y un poco compleja, te recomiendo leer con calma el siguiente enlace para tener una idea de lo ocurrido.

Y sí, así es ahora Temixco, un balneario en el que, estando la capilla en buenas condiciones, sirve también para bodas.

Fuente:

1.- Guía general descriptiva de la República Mexicana. Tomo II. J. Figueroa Domenech. Ramón de Araluce. Barcelona, 1890. pp. 381-384. (Disponible en la Biblioteca Digitalizada de la UANL.)

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